Imagen Dos detenidos en plena dictadura Argentina, dos personas totalmente opuestas, una es Valentín Arregui, detenido por subversión. El otro es Molina, Homosexual que cumple condena por haber tenido una relación con un menor de edad.

Para matar el tiempo y para captar la atención de Arregui, Molina a lo largo de la novela le cuenta tramas de películas que este ha visto, las que no siempre son del agrado de Arregui (ocurre al menos esto con una que tiene trasfondo nazi), todas las películas tienen como elemento principal el amor, todas terminan en forma trágica y  todas tienen grandes cuotas de romanticismo.

Con el paso del tiempo y la soledad a cuestas ambos pasan a tener un acercamiento mayor, al punto que Molina se coma la comida envenenada que traen para Arregui (ya que este sabe que la comida esta envenenada, porque se le ofreció conseguirle libertad condicional a cambio de que este consiga información sobre el grupo subversivo en el que participaba Arregui) y mas que eso entre las películas y la melancolía de las letras que recuerda siempre Molina involucran sentimientos y tienen una fugaz relación que culmina cuando Molina es finalmente dejado en libertad no sin antes prometer a Arregui cumplir con el encargo que le pidió y tanto se negó a aceptar.

En algunos puntos de la novela en el encabezado aparecen explicaciones psicológicas a algunas de las conductas de Luis Molina las que ayudan a comprender un poco el comportamiento de Molina (Cabe mencionar también que estas explicaciones son invención de Puig) pero se complementan en el marco general de la obra.