Ladrones como nosotros, es considerada como un clásico dentro del genero de la novela negra (no diré que Raymond Chandler la consideraba una gran novela, pero fue de esa forma, o al menos así nos lo hace saber la contraportada de la edición de Poliedro, editada el año 2003).
Bowie Bowers, Elmo Mobley y T-Dub «metralleta» Masefield, acaban de escapar de la penitenciaría de Alcatona y volverán a hacer aquellos que los une, asaltar bancos ubicados en pueblos perdidos, pero antes recalan en el refugio de Dee Mobley, quien los ayudará a conseguir un coche para escapar, aquí es donde Bowie conoce a Keechie, la hija de Dee Mobley por la que comienza a sentirse fisiológicamente extraño… Quizás enamorado.
Pasado el tiempo Bowie vuelve a encontrarse con Keechie en el mismo escondite, pero esta vez Bowie está herido y Keechie se encarga de cuidarle. Está vez Bowie le hace saber sus sentimientos a lo cual es correspondido y sin pensarlo demasiado le pide que huyan juntos.
Más o menos esta es parte de la trama de Ladrones como nosotros, en la que además de la lucha de un amor contra un destino marcado, también trata sobre la amistad alimentada en los atracos a bancos y en el tiempo muerto después de cada asalto, tiempo en el que deben desaparecer hasta que la expectación por los asaltos haya pasado, básicamente es la disyuntiva de Bowie respecto a esa amistad y lealtad por sus amigos, que terminará de forma violenta, así como traerá descanso a ese intenso amor que huye sin encontrar la calma necesaria para desarrollarse.
Mucha crítica ácida a las formas de poder que roban a destajo a los pobres, acción y por supuesto, una historia que envuelve hasta llegar a la última pagina, es lo que nos ofrece este entretenido libro.